Comenzábamos un “rocio,” que tiene que ver poco con el de mayo, con muchas menos gente, y poco folclórico, aunque con el sentimiento religioso y de promesa de cada uno.
Según me han contado, comenzó hace más o menos veinticinco años por un grupo de amigos, con la idea de pasar atreves del coto hacia la ermita, disfrutando de un tiempo de naturaleza y llegar finalmente a la Blanca Paloma, pero que con el transcurrir del tiempo esta llamada se fue ampliando hasta nuestros días.
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